Esta semana hemos entrado en la segunda mitad del otoño acompañados de un frío que hasta ahora no se había dejado ver. Pero, aunque el tiempo refresque y la luz del día se acorte, es una estación perfecta para la estimulación sensorial de los niños.
Todos sus sentidos se verán alentados por un sinfín de olores, texturas, sabores, sonidos y colores tan característicos de esta época del año.
Jugar con las hojas caídas, principal icono de la estación, se antoja necesario. ¿Quién no recuerda esa mañana de noviembre pegando saltos y saltos entre montones de hojas únicamente por escucharlas crujir? Ahí, además de pasárselo bien, podrán comparar las diferentes texturas y colores entre las hojas perennes y secas.
La humedad nos hará disfrutar de su olor tan característico, esos tonos grises que hacen cambiar la luz y la percepción de nuestro alrededor. Pero, si hay algo que nos aporta la lluvia, y nos encanta, son los charcos. Nos hacen sentir nostalgia de cuando éramos nosotros quienes nos divertíamos chapoteando con las botas de agua. Además saltando sobre los charcos les ayudamos a mejorar su coordinación y psicomotricidad gruesa.
Aprovechemos la llegada del otoño para estimular también su gusto, saboreando los frutos de temporada como granadas, nueces, calabazas, y especialmente las castañas. Pelarlas calentitas será toda una experiencia para ellos.
Déjate llevar y disfruta de esta magnifica estación con ellos.
